Zazen, o meditación sentada, es el corazón de la práctica Zen. Heredada del budismo Chan chino y perfeccionada después en Japón por maestros como Dōgen, nos invita a sumergirnos en el momento presente a través de una postura inmóvil y una respiración profunda.
Sentado en posición de loto o medio loto, con la espalda recta y la mirada fija en el horizonte, el practicante permite que los pensamientos surjan y desaparezcan sin apegarse a ellos. En este silencio interior, la mente se calma y se revela la experiencia del aquí y ahora, sin propósitos ni expectativas.
Practicar zazen es aprender a ser, a acoger el vacío y a percibir la realidad tal como es, más allá de las ilusiones del ego. Es un camino de sencillez, disciplina y liberación, donde cada respiración se convierte en un paso hacia el despertar.